Paradoja


Creo que el frío de Quito juega con mi dentadura. Anoche, antes de dormir, mis encías se retorcían sobre los dientes y me provocaron un dolor comparable con pisar una pieza de Lego.

Entre conciliar el sueño y prepararme mentalmente para una noche de tortura, mi cerebro construyó ciertas imágenes que invitaban a viajar por el tiempo. Partiendo de una incógnita -como surgen todas las historias-: ¿qué cambiarías de tu vida? Hilé una película que iniciaba con el proceso de caminar hacia el pasado y el futuro, sin perder los conocimientos que tengo actualmente. ¿Qué cambiaría? Antes, cuando era un poco más joven, esa pregunta la respondía con un "nada". Pero ahora, sí que modificaría algunas cosas. 

Me preocuparía menos por cosas que en este futuro carecen de sentido.

Con una carta -por eso de que si dos personas exactamente iguales se encuentran en un mismo espacio/tiempo: el universo explota- le diría al joven YO que leyera y explorara más. Que nada de los existencialismos adolescentes tienen sentido si no le damos un impulso vital, un propósito. Encuentra ese propósito. Aférrate a él desde temprano y no dejes que las nimiedades de los terceros determinen el camino que recorrerás. Haz como el relojero, o el ninja, dedícate a tu tarea con absoluta disciplina para que seas el mejor. 

También, besaría a mi esposa y le diría que en el futuro, sus ojos y los míos, son una mirada que colabora. Que trabaja por nuestra felicidad. 

Tratando de saltar las horas anoche, recordé una entrevista que ofreció Stephen King luego de publicar 11/22/63. Decía que escribir y hablar sobre viajes en el tiempo es una tarea casi imposible. Primero, porque ya muchos lo han hecho. Por lo que conseguir una manera novedosa requiere de bastante inventiva. Y segundo, porque hacerlo creíble, sin romper el pacto autor/lector, es una tarea minuciosa. De estudio y consulta a los que han escrito -de manera científica- sobre el tema. ¿Cómo me gustaría viajar en el tiempo? Por mucho que preferiría tener un carro con una condensador de flujo, lo veo más al estilo de conseguir una puerta, pequeña y vieja, dentro de una casa oculta en algún barrio olvidado por la ciudad de turno, y al abrirla, uno caiga en el año que está pensando al cruzar el umbral. 

Pasos hacia el viaje temporal. 

En el pasado no tendría miedo a perderme. A portar la valentía como una cualidad de ingeniero. Fabricando mis memorias con las consecuencias de aquél que se sabe cómplice de sus decisiones. Sin miedo a la noche, a los carros, a las montañas rusas y a los no por respuesta. Ser el muchacho que sabe lo que estudia y dónde debe colocar los verbos para que el mundo no sea esa red salvavidas, y se convierta en el mundo que plasmo con descaro en mis hojas en blanco. En el pasado podría gritar a los cuatro vientos que escribir es una manera de vivir, para que así, en mi futuro, se escuche con total claridad. Una claridad que me ilumina los sentidos y permite el andar sin importar qué piense el mundo. Ese mundo que cambiaré al pisar una cucaracha o al decirle a mi mamá que es la mejor. 

No olvidaría hacer los clichés de los viajeros del tiempo: comprar dólares, libros y pararme en medio de la avenida Bolívar de Caracas con un cartel que diga "no voten por militares. Enciérrenlos en los cuarteles". 

Luego de trastocar el pasado, mi futuro no sería aquello que tengo ahora. Llegaría a una realidad donde los pasos que dí no valen de nada. Donde todo el conocimiento que pueda haber aportado en el pasado, se desfiguró con la irresponsabilidad de un viajero que sólo piensa en su satisfacción personal. No estaría mi hijo, o mi esposa. No estarían las circunstancias que me hacen escribir esto al lidiar con un dolor de dientes que parece viajar por cualquier dimensión. Puede que mientras siga acumulando experiencias, errores y éxitos, construya mi propio mecanismo para viajar en el tiempo, y comprenda que la realidad, más allá de sus horas, días y años, es un conjunto de recuerdos que nos convierten instantáneamente en viajeros interdimensionales. 

Aquí estoy, jugando con la memoria. Jugando con los sueños. A pesar del frío, envuelto en la paradoja de saberme presente en este espacio pero con mi mente en otro tiempo. 

Comentarios